El 30 de noviembre de 1612, el gremio de cereros de Vitoria, compuesto por 16 miembros, decidió otorgar poder a dos de ellos, en concreto a Pedro Ruiz de Barrón y Miguel de Yrurita, a fin de que, en su nombre, realizaran las gestiones oportunas ante el Obispado de Calahorra y la Calzada para lograr fundar "una cofradía que deseamos instituir y fundar en la dicha ciudad y en qualesquier iglesia de esta ciudad de la advocación de nuestra señora”.

Como puede constatarse, en la fecha antes citada, el gremio no tenía decidida ni la advocación mariana ni el lugar en el que instituir  la citada Cofradía. Durante siete meses se realizaron las gestiones oportunas tanto en las instituciones civiles, Ayuntamiento de Vitoria, como en las eclesiásticas, Obispado de Calahorra, al tiempo que los cereros trataban con la Parroquia de San Miguel la posibilidad de asentarse en ella bajo la advocación de Nuestra Señora la Virgen Blanca.

El oficio de labrar y hacer cera era uno de los trabajos más nobles e importantes dentro de la vida social y comercial del momento, por lo que este gremio de cereros de Vitoria sin duda era considerado como un colectivo de relieve social. No debemos perder de vista que el producto que trabajaban era esencial en la vida cotidiana y absolutamente necesario en la iluminación de las casas. Por otra parte los cirios, desde el punto de vista religioso, era la manifestación externa de la devoción y fe cristiana. Altares y santos se alumbraban con la luz de las velas, tanto por ser la iluminación básica del momento como por su simbolismo de llamada permanente a la protección divina, mariológica y de los santos.

El 17 de junio de 1613, es considerada la fecha de la fundación de la Cofradía. Ese día, ante el escribano público Pedro Beltrán de Nanclares, comparecieron, por una parte, Don Manuel de Urbina, cura de la Iglesia de San Miguel y Antonio de Maturana, mayordomo fabriquero y, por la otra, los 16 cereros. En dicha reunión se adoptó un acuerdo y se firmó el convenio entre la Parroquia de San Miguel y la Cofradía de la Virgen Blanca por la que la Iglesia hacía donación a los cofrades “del sitio de nuestra señora la Blanca que esta a espaldas de la capilla de la cruz, que esta fuera de ellapara instituir, asentar y fundar en la dicha capilla la Cofradía. Se trataba de la hornacina en la que se veneraba la imagen de la Virgen Blanca y que se hallaba adosada al muro exterior del ábside de la Iglesia de San Miguel.

Por su parte la Cofradía se comprometía a que las limosnas que se recogieran en esa capilla los días Jueves y Viernes Santo de cada año debían ser para la Iglesia de San Miguel. En el mismo acuerdo se señalaba que las misas votivas y devociones de la Cofradía debían ser en el altar mayor o en la capilla que ordenara la Cofradía.

Libro de Actas, firmas y sellos de los cereros fundadores

Grabado de un taller de cerería

La primera reunión de la recién creada Cofradía tendría lugar el 21 de julio de 1613, en la casa de Pedro Ruiz de Barrón. En esa junta se eligieron los primeros cargos y, en prueba de ello, en el libro de actas dejaron sus firmas los cereros presentes que, además, junto a ellas, estamparon en el papel la marca de los sellos con los que sellaban la cera que elaboraban y que era utilizado como prueba de calidad de la cera que vendían.

Cereros fundadores:

Pedro Sáenz Izquierdo, Mateo de Garibay, Juan López de Luzuriaga, Martin Ibáñez de Maestu, Diego Pérez de Cisneros, Juan de Ullibarri, Miguel de Garibay , Juan Ochoa  de Mequínez, Joseph de Zurbano, Pedro González de Junguitu, Martín González de Heredia, Pedro Ruiz de Barrón, Miguel de Yrurita, Andrés de Araoz, Simón Ruiz de Aguirre

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